Història dedicada a tots els “esportistes” de la colla i basada en fets reals…XDDD
“Ayer fue mi primer día de gimnasio y me he de esforzar mucho para que no sea el último.
No quiero extenderme mucho, pero os voy a contar partes de mi “actuación”. Sólo teneis que echarle un poco de imaginación e
imaginaros a mi, un ser de 95 kg en una sala donde todo son modelitos o musculosos.
Cogí de mi armario una camiseta estrecha y no marcaba
musculos, lo único que conseguí fue que se me saliera la tripa por debajo de lo corta que me quedaba.
Al llegar me dan una tabla con lo que he de hacer. Veinte minutos en bici era lo primero.
Ridículo, 20 minutos pedaleando y sin moverte del sitio.
Acabo y busco la monitora para que me enseñe a correr en una cinta. Por supuesto me metí en el water otros veinte minutos para descansar y
secarme el sudor. También vomité.
– ¿Es la primera vez que montas? – me dijo la monitora.
– A ti sería la pimera vez, churri (Eso solo lo pensé).
– Sí – le contesto.
– Bueno, te marearás un poco al bajar – me dice.
Subo en la cinta y le doy velocidad. Mientras troto, veo unos pechos a mi lado subiendo y bajando al hacer mi mismo ejercicio. ¡Dios mio, dame
vocabulario para describir semejante maravilla! No la quiero mirar. Miro delante y no veo más que turgentes culos, ¿estoy en el cielo?. ¡Piensa
en otra cosa! – me digo. No es plan que te noten empalmado el primer día; o quizás sí, para que crean que eres así.
El caso es que me pico con la
guarra de al lado me pongo a darle mucha, mucha velocidad a la cinta. Corrí como un jilipollas. De repente la mejor tía del mundo con el mayor
escote del mundo y con las mallas que le dejaban leerle los labios surge por mi lado izquierdo. Me despisto, dejo de correr y me arreo una ostia
de boca en la cinta. Mi reacción fue la de un campeón, me puse a hacer flexiones apoyado en la cinta. Bueno, me puse, no hice ni una. Rápido
vino una de las monitoras.
– ¿Estás bien?- preguntó.
Me levanté, me sacudí el polvo y entre lágrimas la dije, pero con voz varonil y sacando pecho:
– Quiero más ejercicios.
Lo siguiente era el circuito Keiser. Así al principio mola. Pero una vez que has hecho el circuito te pones a pensar si el tal Keiser ese no era
un general nazi de uno de los campos de exterminio judios. Imginaros una máquina que trabaja no con placas sino con presión y pulsando un botón
da presión y necesitas más esfuerzo para moverla y quitando presión lo contrario. El caso es que me toca una para los hombros. La deja una
señorita y me toca. Me dice la monitora que me siente. La digo todo chulo:
– Voy a darla más presión…
– Si, claro… – contesta ella.
Intento levantarla y lo consigo. Con los brazos arriba la hago gestos con la cabeza a la monitora para indicarla que todo OK. Las venas de mi
cabeza a punto de estallar pero intento otra vez mas. De repente surge de dentro de mi y en dirección al ano y en forma de gas un algo, un no se qué
y………..Pruuufffff. UN PEDO. DIOS!!!! ¿Dónde coño me meto? Veinte personas en la sala.
La gente susurrando: “Ha sido el empalmao”,
“Yo creo que se ha cagao” – decía la gente.
Pero yo, sabiendo salir de esta situación (me pasa a menudo) intento hacer ruido con la zapatilla
en el suelo haciendo creer a la gente que no ha sido lo que creen. Cuando lo consigo le digo a la gente de alrededor:
– Son nuevas y se pegan al suelo.
Mentira y podrida. El caso es que paso a la máquina de al lado, no sin antes darle presión a la máquina que dejo para hacer creer al siguiente
tio que puedo con mucho peso. Esto fue lo que hice en cada máquina que utilicé. La siguiente era de biceps. Como era fácil intenté lucirme.
Notaba un olor raro. De repente miro en la máquina anterior y oigo como la gente comenta que el asiento está demasiado sudado. Empiezo a relacionar
todo: olor, humedad….conclusión, me he cagado del esfuerzo de antes. Disimulando y silbando me dirigo al baño. Parece fácil, pero andar con
un chandal con la plasta en el culo se hace dificil.
Llego al vestuario. Me meto en un baño me quito el calzoncillo, meto el culo lo más que puedo
en la taza y tiro de la cadena. Me seco con papel higiénico y salgo.
Continuo con otro aparato. De camino se me acerca un bombón de tía. ¡He ligao!!!!!! Y me dice:
– Tienes papel higiénico saliendo por tu pantalón.
Tranquilos, supe salir de esta situación también:
– Es para el culis, digo para el cutis ! – le contesté.
Rápido me lo quité y me dispuse a acabar el circuito del nazi. Resumiré: 2 tirones, costilla dislocada y tres distensiones musculares. Aun así no
me quejé. Quiero ser como esos deformes
musculosos que creo que ligan un montón. Llamo a la monitora para indicarla que he acabado:
– ABDOMINALES. Vamos a trabajar las inferiores, las oblicuas y las superiores – me indica la zorra esa.
Con disimulo me levanto la camiseta para intentar diferenciarme tres tipos de abdominales que según esta tía tengo.
– Quince de cada – me dice que haga.
La miro y la digo:
– Creo que puedo hacer 200 de cada – me acordé las que me hacía cuando estaba en 3 de BUP.
– Bueno, chico, tú mismo.
UNA !!! sólo me hice UNA abdominal. Sin embargo me asombraba que mientras yo hacia la abdominal un grupo de chicas estuviera frente a mi hablando.
Me incorporo de la abdominal, miro al espejo que hay frente a mi y deduzco porque me miraban:
tenía toda la polla y el escroto saliendoseme por la
pierna del pantalón corto. ¡Coño! se me olvidaba que no llevaba calzonzillos.
Paso de contaros nada más, no os quiero aburrir.
Acabo hasta los cojones, me levanto y me dirigo al vestuario para coger la ropa e irme. Según ando voy pensando en las 80.000 pts que he pagado para venir durante todo el año. Me meto en la ducha individual. Hay gel, como veo que no hay nadie que me pueda ver, me unto la mano de gel, me agarro el pene y comienzo a masturbarme. ¡Lo mejor del gimnasio!
Mientras gozo, no dejo de pensar en que he de volver mañana. De repente se abre la puerta y aparece un maromo en pelotas. ¡Mierda! las duchas son
dobles.
Imaginaros mi cara con la mano en la polla llena de jabón. Intento disimular y el tio me comenta que un tio se ha cagado en la sala y ha
dejado una peste de la ostia. Le corto y le digo que tengo prisa. Por fin me fui con la cabeza baja. Me he saltado muchas cosas y pido disculpas
por mi mala redacción.
Vengo del médico y le he explicado que 12 skins me han dado una paliza:
– Se le nota – me dice el médico.
Viva el panching!